Relaciones raciales, un capítulo inconcluso

Los disturbios de 1992 dejaron heridas abiertas que tras el pasar de los años no han sanado del todo. El tema de las relaciones raciales entre los diversos grupos que componen el abanico multicultural angelino es uno de ellos.

La revuelta civil iniciada por los afroamericanos en 1992 es recordada como el grito de guerra nacional de una comunidad marginada a nivel económico, social y cultural.

El proceso de saneamiento ha sido largo, lento y costoso, pero gracias al surgimiento de organizaciones de justicia social es que se ha dado un progreso en términos de civismo, entendimiento y tolerancia.

From the Ashes, estudio que se presentó en la Universidad del Sur de California (USC) el jueves pasado, concluye que la multiculturalidad que vive la ciudad en el Siglo XXI se inició en ese momento con la labor que han venido realizando esos grupos.

“La situación ha mejorado significativamente”, dijo Manuel Pastor, uno de los autores del informe y profesor de Estudios Americanos y Etnia en USC. Un análisis del Centro de Estudio de Los Ángeles reveló, según Pastor, que en los pasados 15 años la relación entre las razas en LA mejoró un 33%.

Manuel Criollo es un vivo ejemplo de los avances que se han dado. El salvadoreñoamericano tiene grabado en su memoria el 29 de abril de 1992, fecha en la que los cuatro policías acusados de darle una paliza a Rodney King fueron absueltos. Criollo vivió en Pico Union por ocho años después de los disturbios, luego residió en Koreatown y se mudó de allí hace seis años. Ahora vive en East LA.

En ese entonces tenía 17 años y vivía en Pico Union. Salió del trabajo temprano y pasó en coche por el Sur de Los Ángeles un poco antes de que estallaran los disturbios. Estaba en su apartamento, entre la calle S. Alvarado y el bulevar Beverly, cuando la violencia llegó a su barrio.

“Estaba completamente asombrado por las imágenes, el enojo que la gente sentía”, recordó. “Fueron varios días que los afroamericanos, y hasta los latinos, quemaron los edificios, se robaron cosas de tiendas en mi barrio y en Koreatown. No teníamos acceso a comida”, recordó el hombre que hoy en día tiene 38 años y vive en Koreatown, uno de los focos de los enfrentamientos.

Criollo es el director de Organización del Labor/Community Strategy Center, uno de los múltiples grupos multirraciales que se formó en 1989 y que actualmente promueve los derechos civiles. La organización se formó en la década de los 90 con la finalidad de mejorar las relaciones entre las razas que coexisten.

Otro que vivió en carne propia los enfrentamientos entre diversos grupos fue Danny Park, de 51 años, director ejecutivo retirado de Koreatown Immigrant Workers Alliance (KIWA). Meses antes de que estallara la problemática había fundado la organización, que estaba integrada mayormente por coreanos y por uno que otro latino que vivía en el vecindario para ese entonces.

Está convencido que el ambiente actual se ha ido construyendo gracias a “los esfuerzos de los organizadores comunitarios (latinos y coreanos) que también trabajan juntos”, aseguró.

Una de las zonas de enfrentamiento y donde se registraron disparos entre diversos grupos étnicos fue el swap meet ubicado en la calle Hoover. De esa estampa queda muy poco, asegura Daniel Jiménez, de 28 años y guardia de seguridad en el González Northgate Market, ubicado en el bulevar W. Olympic, cerca de esa calle Hoover.

“Hace más de una década yo venía aquí a visitar a mis amigos, y había muchas pandillas, y sucedían problemas entre las razas”, relató. “Ahora, todos se llevan bien”, asegura.

“La nueva generación tiene otra perspectiva más global, y eso es muy importante para el futuro”, explica Angélica Salas, directora ejecutiva de la Coalition for Humane Immigrant Rights of Los Ángeles (CHIRLA), que promueve los derechos humanos y civiles de los inmigrantes en Los Ángeles

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